
Que abran una librería infantil-tienda de jueguetes al lado del colegio de tu hijos siempre es un puntazo (adiós a andar como loca tratando de buscar un hueco para ir a comprar el regalito del amigo de turno). Si además entras en la tienda y después de estar hablando un rato con el dueño de esto y de aquello, resulta que está buscando a alguien que le diseñe unas tarjetas de fidelización para sus potenciales clientes, entonces el día no puede ser más redondo.